Dentro de todo mi vaivén emocional y experimental, hay cosas que han seguido y siguen intactas, afortunadamente.
Una de esas cosas es que la calidad de la crianza de los hijos determina la felicidad de todos y la segunda es que tenemos dentro de nosotros las llaves de nuestro propio éxito.
A veces nos pasamos años buscando fuera lo que no somos capaces de afrontar desde dentro: horas de terapia, viajes, relaciones, trabajos y un sin fin de recursos que nos alejan del espejo.